En el Antiguo Testamento hubo una concentración de profecía entre unos pocos a los que Dios escogió hablar y quienes fueron mandados por Él para declarar Su palabra. Los profetas del Antiguo Testamento eran escasos, aparecían muy de vez en cuando y a veces la palabra del Señor era infrecuente 1 Samuel 3:1. Ellos proporcionaron dirección profética a los que vinieron a pedirla, muchas veces a un precio 1 Samuel 9:8. Algunos profetas del AT (Antiguo Testamento) eran voces solitarias que vivían en el desierto.
Samuel cambió todo esto e instituyó una capacitación reuniendo a los profetas en escuelas 1 Samuel 19:20, probablemente en Bet-el, Gilgal, Mizpa y Ramá 1 Samuel 8:17. Tanto en estas escuelas como en otras, por ejemplo en Jericó, salía un portavoz para declarar la palabra del Señor: 1 Samuel 19:20; 1 Reyes 20:35; 2 Reyes 2:3-5.
Normalmente se utilizaba la frase “Así dice el Señor”, para marcar la diferencia entre el Dios de la Biblia y las otras deidades que abundaban y rodeaban al pueblo de Israel. Hoy en día no es necesario decir esto para dar autoridad a nuestras palabras en la Iglesia, ya que éstas deben ser examinadas y juzgadas (pulse aquí para una sección acerca de juzgar la profecía) y al proclamar: “Así dice el Señor”, se tiende a inhibir este proceso, aunque tal vez sea pronto necesaria una frase equivalente para usar en público.
El Espíritu del Señor venía sobre ellos
El Espíritu del Señor normalmente venía desde fuera sobre el profeta, no moraba dentro de él, ni siquiera en Moisés ni en los profetas más importantes del AT:
Números 11:25 “El SEÑOR descendió en la nube y habló con Moisés, y compartió con los setenta ancianos el Espíritu que estaba sobre él. Cuando el Espíritu descansó sobre ellos, se pusieron a profetizar” (NVI).
El único profeta sirvió de excepción a la regla fue Ezequiel. Vemos en dos lugares donde pone que el Espíritu Santo entró en él:
“Mientras me hablaba, el Espíritu entró en mí, hizo que me pusiera de pie, y pude oír al que me hablaba” Ezequiel 2:2 (NVI).
“Entonces el Espíritu de Dios entró en mí, hizo que me pusiera de pie, y me dijo:...” Ezequiel 3:24 (NVI).
Tal vez por eso él fue el único de los profetas que se pronunció acerca de un tiempo venidero en que moraría en ellos el Espíritu Santo:
“Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”. Ezequiel 36:27
“Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová”. Ezequiel 37:14
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1. Introducción: entablando amistad con Dios.
2. La amistad es mejor que el servicio.
3. El profeta del AT. El Espíritu venía sobre ellos.
4. Dios quiso que la profecía fuera para todos en el AT.
5. La ira de Dios.
6. Dios es un juez misericordioso.
7. El profeta del NT. El Espíritu mora en nosotros, por eso ¡todos podemos profetizar!
8. El espíritu de la profecía es el testimonio de Jesucristo.
9. Los dones espirituales son para edificar, no para destruir.
10. Aquello a lo que le hablamos sale a la luz.
11. La profecía consiste en la verdad, no en datos.
12. El principal propósito de la profecía en el NT.
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